28 diciembre 2010

Felices fiestas

Como cada año, dedico una entrada a felicitar las fiestas y el próximo año a cuantos me leen, que sois muchos.
Se nos ha acabado ya el fatídico año de la crisis y empieza uno nuevo lleno de esperanzas, así que pasemos estas fiestas con alegría y ya veremos qué nos trae el futuro.
Aquí os dejo mi felicitación navideña de este año.
En esta ocasión he pensado en que la navidad te puede pillar en cualquier sitio, en que en tiempos de crisis hay que apañarse con lo que uno tenga a mano y en ninguna de esas cosas a la vez, sólo dibujar por el placer de hacerlo.
FELIZ NAVIDAD, FELIZ AÑO Y FELIZ VIDA POR DELANTE A TODOS.


01 diciembre 2010

La fábrica de vinagre.

Creo que a estas alturas todo el mundo sabe quién fue Edward Gorey, pero por si acaso no viene mal refrescar la memoria.
Nacido como Edward St. John Gorey en 1925 fue siempre alguien al que se podía calificar de diferente, siendo benévolos. Gorey se destacó a lo largo de su vida por su excentricidad que tanto afectaba a su indumentaria y costumbres como a su obra gráfica.
Con respecto a esta última que es la que aquí interesa, Gorey fue el pionero de una forma de ilustrar y contar historias que ahora es imitada por infinidad de autores, aprovechando el éxito de las obras de Tim Burtom o del personaje Emily The Strange, entre otros muchos.
Gorey fue el primero, él marcó las pautas que seguirían creadores como Charles Adams o el mismo Burtom. Pero aunque estos y los siguientes han continuado su camino, había algo en Gorey que le diferenciaba de todos sus sucesores.
La familia Adams, la novia cadaver, Emily the Strange y otros se desenvuelven en un mundo gótico y tenebroso pero edulcorado, apto para todos los públicos. No así la obra de Gorey quien, tal vez por no depender de las presiones del mercado, creó obras sobrecogedoras y realmente atemorizantes pero sublimes y hermosas.
La obra de Gorey es extensa y gran parte se ha publicado en España, pero yo quiero reseñar la publicación que acaba de sacar al mercado la editorial "Libros del zorro rojo".
Se trata de "La fábrica de vinagre", un conjunto de tres libritos que publicó Gorey en 1963 con el irónico subtítulo "Tres tomos de enseñanza moral".
Estos tres libros, editados ahora en una cajita que los agrupa y recoge como un todo delicioso, son una muestra del mejor Gorey, y creo que deben ser comentados uno a uno.
El rey de los insectos.
Este es, a mi entender, el de menor interés por la historia que cuenta, algo escasa en su desarrollo argumental pero interesante como siempre en cuanto a las ilustraciones que contribuyen a crear el clima agobiante de una historia que huye del final feliz.
Los pequeños macabros.
En este libro, Gorey nos habla del destino trágico y en muchas ocasiones violentos de tantos niños como letras forman el alfabeto. Uno por uno, en orden alfabético que corresponde con cada uno de sus nombres, Gorey nos cuenta con una breve frase como muere cada niño aunque las ilustraciones, contundentes y sobrecogedoras, no necesitan un acompañamiento textual.
Es este un libro que da miedo, que encoge el corazón durante su breve lectura pero que a la vez maravilla por tanto arte como se encuentra en cada una de sus imágenes.
El ala oeste.
Para mí este es sin duda el mejor de los tres libros.
En este libro no hay texto, ni siquiera hay una historia, sólo ilustraciones que nos muestran las diferentes estancias de un enorme caserón tal vez abandonado aunque poblado por figuras más cercanas a la otra vida que a esta.
En esta joya podemos encontrar ilustraciones que se limitan a mostrar una estancia vacía y nada más, pero no por ello menos interesantes. Cada una de las ilustraciones de este libro tiene un poder de seducción tan grande que subyuga su contemplación, aunque no sepamos nada sobre la casa, sus pobladores y su historia, o tal vez por ello.
La caja se completa con un pequeño librito donde aparece una breve biografía del autor, una pequeña crítica de la obra a cargo de Marcil Souto y una recopilación de máximas de Górey.

En definitiva, "La fábrica de vinagre" es una obra de lectura y contemplación obligada, la perfecta compra para estas fechas de consumismo edulcorado, un golpe directo para la vista y las neuronas, pero no un golpe de los que hacen daño, sino de los que espabilan y despiertan el intelecto.